Mi abuela me enseñó a bordar y a tejer cuando tenía 10 años, para ayudarme a entender lo que en clase se me había escapado y a hacer mis deberes. Recuerdo perfectamente mis primeros trabajos. Tejí unos calcetines y luego una bufanda y luego un gorro. Mi madre aún conserva mi primer bordado, una rosa con una abeja donde me equivoqué de color y usé tonos azules en lugar de rojos en las sombras de la flor.
De niña no practicaba más allá de mi asignatura de "labores" en el colegio, estaba ocupada probando otros hobbies. No fue hasta hace poco en mi edad adulta, cuando retomé el bordado como parte de un proyecto de marketing, que me di cuenta de que me gusta. Cuando me siento a bordar la mente se me queda en blanco sin esfuerzo y me concentro solo en seguir las instrucciones.
Además, parece que hay un nuevo interés internacional por la aguja y otras artesanías, incluso entre gente más joven como yo. JANE E. BRODY nos cuenta en su artículo para el New York Times "The Health Benefits of Knitting" que, según el Craft Yarn Council de los Estados Unidos, un tercio de las mujeres estadounidenses de entre 25 y 35 años ahora tejen o hacen ganchillo. Incluso hombres y niños se unen a esta comunidad de tejedores y bordadores, entre ellos conocidos míos y de la familia.
En "The Relaxation Response", el Dr. Herbert Benson del Hospital General de Massachusetts dice que la acción repetitiva de la costura puede inducir un estado de relajación no muy distinto del que se consigue con el yoga y la meditación. Cuando se supera la fase de aprendizaje, la labor de tejer y hacer ganchillo puede disminuir la frecuencia cardíaca y la presión arterial, reduciendo los niveles dañinos del cortisol en la sangre y con ello el estrés.
Y es que las labores de tejer, hacer ganchillo y el bordado traen serios beneficios para la salud física y mental. Mejoran la capacidad de concentración, reducen el estrés, mejoran la coordinación de las manos con los ojos, así como la movilidad de los dedos manteniéndolos sanos y flexibles, e incluso pueden mejorar las habilidades matemáticas en los niños.
La investigación realizada por Royal United Hospital Bath concluyó que el punto de cruz reduce el cortisol y aumentar la serotonina y la dopamina en el cerebro, hormonas que ayudan a sentirse bien. Betsan Corkhill, entrenadora de bienestar en Bath, Inglaterra, exploró las posibilidades de “tejer como terapia”. Entre sus encuestados, el 54 % de personas con depresión clínica dijeron que tejer les hacía sentir felices o muy felices. En otro estudio de 60 personas autoseleccionadas con dolor crónico, los participantes dijeron que tejer les permitió concentrarse en otra cosa y distraerse del dolor. Sugirieron que el cerebro puede concentrarse en un número limitado de cosas a la vez, y que actividades como tejer y hacer ganchillo distraen al cerebro de las señales de dolor.
En definitiva, actividades maravillosas que enseñarte a ti mismo o a las generaciones más jóvenes. Y si meditar, como a mi, no se te da muy bien, aquí tienes tu excusa para empezar a bordar.
Lecturas y menciones:
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Betsan Corkhill, "Tejiendo Salud: Crea una mente flexible y ayuda a mantener tu bienestar". También puedes visitar Stitchlinks
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Jane E Brody, “The Health Benefits of Knitting” artículo para el New York Times
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Dr. Herbert Benson, “The Relaxation Response”